Charla Bíblica en Buenos Aires: "¿Fue Jesús casado?"

Un análisis del recientemente publicado "Papiro del Evangelio de la Esposa de Jesús".
Se analizarán otros textos antiguos que hablan al respecto,
su vinculación con las Evangelios canónicos y
la vida privada de Jesús.
 


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El Señor: Pastor o Enemigo

Entre la realidad y la apariencia

Edesio Sánchez Cetina

En el relato sobre Noemí y su nuera Rut, encontramos varios elementos que hacen de esta historia, algo digno de contar y estudiar.  El autor es en verdad un excelente literato y, por supuesto, un gran maestro y comunicador.  Empecemos con el establecimiento del escenario –elemento clave de la trama (RV60):

1 Aconteció en los días que gobernaban los jueces, que hubo hambre en la tierra. Y un varón de Belén de Judá fue a morar en los campos de Moab, él y su mujer, y dos hijos suyos. 2 El nombre de aquel varón era Elimelec, y el de su mujer, Noemí; y los nombres de sus hijos eran Mahlón y Quelión, efrateos de Belén de Judá. Llegaron, pues, a los campos de Moab, y se quedaron allí. 3 Y murió Elimelec, marido de Noemí, y quedó ella con sus dos hijos, 4 los cuales tomaron para sí mujeres moabitas; el nombre de una era Orfa, y el nombre de la otra, Rut; y habitaron allí unos diez años. 5 Y murieron también los dos, Mahlón y Quelión, quedando así la mujer desamparada de sus dos hijos y de su marido.

Estos primeros cinco versículos del libro nos proveen elementos clave para el desarrollo del argumento de la obra (lo que está en negrita nos parece de vital importancia):

Contexto histórico (ayudan los amigos: «cuándo» y «dónde»)

Época de los jueces:

-Desobediencia, idolatría, violencia, anarquía y fracaso vienen a ser la impronta de Israel en la época de los Jueces… En aquellos días no había rey en Israel, y todo mundo hacía lo que bien le parecía (Jue 21,25).

-Tanto el pueblo como sus líderes hacen totalmente lo contrario de lo que hace una nación obediente en tiempos de Josué:

Josué                                                              Jueces

Un Dios                                                           Muchos dioses

Un pueblo unido                                             Tribus dispersas y aisladas

Obediencia a los preceptos divinos               Desobediencia a los preceptos de Dios

Distribución total de la tierra                          Compartieron la tierra con otras naciones

Culto a Yahvé en un lugar                             Muchos santuarios y altares

¿Qué respuesta nos da la palabra de Dios a través de la historia de Noemí y de Rut en ese contexto de anarquía, infidelidad y violencia?  ¿En qué «nuevo mundo» sueña Dios para revertir las constantes «metidas de pata» de una sociedad patriarcal y modelada desde la violencia contra la mujer, desde una fe ambigua e idólatra, y desde el etnocentrismo?

. Moab:

-Moab fue un reino altamente organizado, con actividades agrícolas y pastoriles prósperas, edificios de gran esplendor, cerámica característica, y poderosas fortificaciones compuestas de pequeñas fortalezas ubicadas estratégicamente en sus fronteras.

-Nación que, de acuerdo con la historia de los Jueces, había oprimido a los israelitas por dieciocho años (Jue 3.12-14).

-En los profetas se mencionan y con frecuencia se pronuncia juicio divino sobre ellos (véase Is 15–16; 25.10; Jer 9.26; 25.21; 27.3; Ez 25.8–11; Am 2.1–3; Sof 2.8–11).

¿Cómo puede ser que desde la nación enemiga pueda Dios proveer la ayuda necesaria a Noemí—la «nación» desamparada y en decadencia de fe y fortaleza—para no solo sobrevivir, sino escribir su historia futura hacia la gloria mesiánica?
 
.Situación de la mujer:

En la sociedad en la que Noemí vivió, en aquellas tierras del Mediterráneo oriental en pleno siglo XII antes de Cristo, ser mujer ya era en sí un grave problema y, peor aún si era viuda y sin hijos, y en tierra extraña. Es decir, vivía totalmente desamparada; prácticamente condenada a muerte.

¿Cómo se le ocurre a Dios resolver el problema de una mujer—nación—desamparada con la ayuda de otra mujer más desamparada que ella?

Nombres propios (ayuda el amigo «quién»)

.Belén - bet lejem - «casa del pan»

.Elimelec - eli melek - «mi Dios es rey»

.Noemí - no‘emi - «dulce», «placentera»

.Mahlón - majlon - «enfermizo»

.Quelión - kilion - «debilucho»

.Orfa - ‘orpah - «terca» «la que da la espalda»

.Rut - rut - «amiga»

.Booz - Bo´az - «la fortaleza está en él»

.Obed - «servidor»

En el caso de Rut el amigo «qué» acompañado del «quién» me ayudan a penetrar en el análisis retórico o semiótico del texto.  Hago preguntas que me descubran las interacciones entre los personajes y entre los personajes y su medio ambiente.  En la lista anterior de nombres, especialmente los de personas, hay una serie de nombres que reflejan personajes «secundarios», cuyo papel es el de acentuar más el carácter protagónico de los personajes centrales.  Los personajes «secundarios» o de «apoyo» son Elimelec, Mahlón y Quelión.  Son los personajes que «darán al traste» con las «apariencias» o «quimeras» en las que vivía Noemí.1  Sus hombres –así lo describe elocuentemente el autor—no le servirán para nada, a pesar que la sociedad de su época, por el estereotipo de la relación varón-mujer diga lo contrario.  El personaje «Orfa», también de apoyo, servirá para acentuar más el carácter fiel y de amiga de Rut.

Noemí tiene dos nombres, Dulce y Amarga, porque dos serán sus papeles en la historia: al principio vive en aparente «dulzura» (véase Rut 1.21), pero en realidad su vida en el capítulo uno es de «amargura».  Solo a partir del protagonismo de la «amiga», la «amarga» recobrará su verdadero nombre, Noemí, «la Dulce», en los capítulos 2—4.  A la «amiga» también se sumarán dos nombres, el del nuevo «hombre» en su vida, Booz, que le dará le «fortaleza»—y así revertirá la «debilidad» del primer marido—que necesitará para lograr los elementos que completarán la historia: el hijo (Obed = «siervo») que cuidará de la abuela e introducirá a Rut, y por supuesto a Noemí en la línea genealógica del Mesías.


Realidad y apariencia

Al tomar nota de los nombres propios y con la ayuda del contexto histórico y social, podemos empezar a entender el binomio realidad-apariencia.  ¿Cuál es lo aparente en el contexto geográfico al que pertenece Noemí?: «Belén» que es el lugar por antonomasia del «pan», no tiene ese ingrediente que lo define como «Casa-del-pan».  ¿Qué es lo aparente en el caso del esposo de Noemí?: se llama «mi-Dios-es-el-rey», pero de nada le sirve tal apelativo.  Carece de lo básico para mantenerse y mantener a su familia.  Su «dios» y su «fe» quedan atrapados en el nombre nada más.  Otro elemento que obliga a definir el  «apoyo» con el que cuenta Noemí como aparente es el de sus tres hombres.  Como se ve por el contexto histórico y social, era prácticamente imposible para una mujer sobrevivir sin el respaldo masculino.  Pero el autor no esconde para nada el hecho de que Noemí jamás tendría éxito con sus «tres hombres»: el esposo por ser un «don nadie» a pesar del nombre –para el Dios de Israel no era ninguna ganga que ese hombre llevara tal nombre—, y a los dos hijos sus nombres los delatan: «enfermizo» y «debilucho».

En el caso del nombre de las mujeres, llama la atención el hecho de que tanto a Noemí como a Rut las acompaña un nombre «en negativo».  La «Dulce» se autodenomina, «Amarga».  Rut («Amiga») encuentra en el nombre de su cuñada la contraparte: «Orfa», «la que da la espalda».

Pasa algo interesante con «Dios».  El dios que dice servir y adorar Noemí no se difiere mucho del dios al que Orfa regresa a servir y adorar.  ¿De qué valían las palabras de ánimo que Noemí les daba a Rut y Orfa citadas en los versículos 8-9 (RVR)?: Andad, volveos cada una a la casa de su madre; Jehová haga con vosotras misericordia, como la habéis hecho con los muertos y conmigo. 9 Os conceda Jehová que halléis descanso, cada una en casa de su marido.  Su dolor, su falta de esperanza y las palabras con las que califica a «su dios» (amargura tengo yo. . . pues la mano de Jehová ha salido contra mí [1.13].  No me llaméis Noemí, sino llamadme Mara; porque en grande amargura me ha puesto el Todopoderoso. 21 Yo me fui llena, pero Jehová me ha vuelto con las manos vacías. ¿Por qué me llamaréis Noemí, ya que Jehová ha dado testimonio contra mí, y el Todopoderoso me ha afligido? [1:20-21]) negaba la «aparente» fe con la que animaba a las nueras.  Será Rut, la extranjera y mujer como Noemí, la que «devolverá» la «realidad» de la presencia y autenticidad del Dios verdadero en quien Rut si tenía fe, a pesar de que «Yavé» no era su dios originalmente.  El poema de los versículos 16-17 es por demás elocuente:

No me pidas que te deje;
ni me ruegues que te abandone.
Adonde tú vayas iré,
y donde tú vivas viviré.

Tu pueblo será mi pueblo
y tu Dios será mi Dios.
17 Donde tú mueras moriré,
y allí mismo seré enterrada.

Que Dios me castigue
si te abandono,
pues nada podrá separarnos;
¡nada, ni siquiera la muerte!»
(TLA).

Rut no regresaría a Moab, porque el dios de ese país no tenía nada que ofrecerle.  Pero a la vez, Rut se presta a darle tremenda lección de fe a su suegra. Pues el Dios de Israel, Yavé, en el que Noemí pretende creer pero en quien de verdad no cree, sino a quien más bien tiene por enemigo, es el Dios en el que Rut cree y está dispuesta a apostar el «destino» de su vida.

La «apariencia» está en la fe de Noemí, quien ni decidió hacer del dios de Moab su dios, pero tampoco lo había hecho con Yavé.  La «apariencia» está en «quienes» Noemí había decidido poner su confianza y apostar su «destino»: sus hombres (1.21) y un «dios» con rasgos ambiguos: Animaba a sus nueras poniéndolas «al cuidado» de Yavé, pero ella lo consideraba la «fuente de su amargura», lo tenía por «enemigo».  Es por demás elocuente la «ceguera» de fe que Noemí sufrió a causa de su dolor y amargura.  Noemí se había olvidado que salió de Belén sin nada –un esposo que no era hijo del rey del universo, dos hijos que no le servirían de apoyo y una ciudad que no era capaz de darle pan.  Pero a pesar de eso les dice a las damas de Belén que de allá había salido «con las manos llenas» y que ahora regresaba «con las manos vacías».  Esa era la «apariencia». La «realidad» era, por supuesto, otra.  Había salido de Belén con «las manos vacías»; por ello tuvo que irse de refugiada a Moab.  Y ahora que regresaba de nuevo a Belén, no venía, como ella creía, con las «manos vacías», sino que regresaba con Rut, su «amiga»—esa que el libro de Proverbios califica así: hay amigos que valen más que un hermano (18.24b, TLA); El amigo siempre es amigo, y en los tiempos difíciles es más que un hermano (17.17, TLA).  La historia que se escribiría en los capítulos 2—4 iba a demostrar que «las apariencias» engañan, y que cuando la fe en Dios pasa por los «cánones» y «moldes» de la sociedad y cultura general esa fe se distorsiona, y distorsiona nuestra manera de entender a Dios y a los otros.  Si la cultura «enseña» que la respuesta a las necesidades está en «este o aquel» o en «esto o aquello», entonces «dios» tiene que pasar por ese tamiz.  Jamás se «piensa» que Dios tiene un sistema de «valores» tan radicalmente distinto a los de la sociedad imperante, y que, de acuerdo con el testimonio bíblico, nos sorprende con «instrumentos» no «compatibles» con las expectativas del mundo actual.

Lecciones de la vida

Cuando Rut decidió hacer de Yavé su Dios, y de Judá su pueblo—Belén incluido—, lo hizo con el tipo de «fe» que Jesús, siglos después, vería en la mujer sirofenisa (Mt 15.28) y en el capitán romano (Mt 8.10): Jamás había visto tal fe en Israel.  Rut le enseñaría a su suegra—y a todos nosotros de paso—a  escribir una nueva historia, con un nuevo libreto y un nuevo final. En efecto, Rut no solo fue instrumento para que Noemí tuviera provisión ininterrumpida de comida, sino que también le proveyó de una familia, le devolvió su valor de persona y la hizo miembro de la realeza divina: día a día, Rut regresaba a casa con suficiente cebada para la alimentación; llegó a ser esposa de Booz, el rico del pueblo; le devolvió a la suegra «su estima propia», pues con su actitud firme y emprendedora, Rut despertó en Noemí la sabiduría de dar el buen consejo a la nuera y de aprovechar las oportunidades (Rut 3.1-4); Rut, al llegar a ser esposa de Booz, se colocó y colocó a su suegra en la línea genealógica de Jesús, el Mesías esperado de Israel y Salvador del mundo. ¡Qué más pudiera haber querido Noemí!  En su dolor, sufrimiento y amargura nunca se imaginó que literalmente junto a ella estaba la respuesta a sus problemas, angustias y dolores.  ¡No, Yavé no la regresaba con las manos vacías!  Más bien la regresaba con las manos llenas, y con una maravillosa lección de fe.  Su vida no la definiría de acuerdo al patrón dictado por la sociedad de su época, sino por lo «inconcebible».  Es decir, por aquel instrumento que la sociedad por lo general dice «no sirve, es incapaz», pero que Dios «afirma» y usa de manera sorprendente y novedosa.

En la persona de Rut, «la amiga», Dios le devolvió la «dulzura» a Noemí, y le devolvió la vida.  Las mujeres de Belén le decían a Noemí:

Bendito sea Dios que hoy te ha dado un nieto para que cuide de ti. Dios quiera que cuando el niño crezca llegue ser muy famoso en todo Israel.  Él te hará muy feliz, y te cuidará en tu vejez, porque es el hijo de tu nuera Rut. Ella vale más que siete hijos, porque te ama mucho y ha sido buena contigo (Rut 4.14-15, TLA).

La historia se cierra formando una especie de marco, devolviéndole al sino de «muerte» y «desolación», «vida» y «esperanza»: Noemí salió del «pueblo-sin-nada-de-pan», y regresó al «lugar-donde-nunca-falta-el-pan»; salió dependiendo de la «enfermedad» y la «debilidad», y regresó con la fuerza de la compañía de una nuera que «valía más que siete hijos», más la fuerza del nuevo esposo que se llamaba «fortaleza»; salió perteneciendo aparentemente al linaje real, y se convirtió en «abuela» del Mesías divino, Salvador del mundo y «Rey de cielo y tierra» en cuyo reino sería primero «servidor» (Obed) más que «emperador».

Intertextualidad

Por medio de la «analogía», tal como vimos en la sección sobre la unidad de ambos testamentos, podemos ubicar varios relatos y textos en el Nuevo Testamentos que nos permiten «abrir» más la enseñanza de nuestro texto tomado del Antiguo Testamento.

El primer texto que propongo es el de la genealogía de Jesús en Mateo 1.1-17.  De todos es conocido el hecho de que en esta genealogía el autor insertó el nombre de cuatro mujeres con un «pasado cuestionable»: Tamar (1.3) jugó a la prostituta con su suegro (Gn 38); Rahab (1.5) fue prostituta además de ser «extranjera» (Jos 2.1); Rut (1.4) fue extranjera y pagana (Rut); Betsabé, la esposa de Urías (1.6) adulteró con David (2 S 11).  Con el ejemplo de esas cuatro, ¿qué pensar de la joven María cuyo hijo nacería en condiciones por demás «extrañas»?  Pues en medio de esas «rarezas» y «excentricidades» Dios hacía caminar su proyecto de salvación y de instauración de su reino.

El segundo texto es el de la mujer sirofenicia en Mateo 15.21-28.  Antes de ella, el espacio misionero de Jesús se restringía a «las ovejas perdidas de Israel».  Con la fe de esta mujer, Jesús mismo es «convertido» a una misión para los «gentiles».  Así como Noemí fue desafiada a tener realmente fe en Yavé a través de la fe una de mujer extranjera, del mismo modo, Jesús fue desafiado a expandir su comprensión del proyecto de Dios y de su reino por una mujer extranjera.

El texto en nuestro contexto

En realidad no es difícil descubrir las lecciones para hoy en el texto bíblico estudiado.  El tema de la «fe», el binomio «apariencia-realidad» y el asunto del sistema de valores de la sociedad actual vis a vis los de Dios son asuntos que inciden directamente con la práctica de nuestra fe en el «aquí y el ahora».  A través de mucha de la predicación y enseñanza, recibida a través del púlpito, la radio y la televisión, la «teología de la prosperidad»--resultado del materialismo que nos invade—nos vende la idea de que fe en Dios y éxito van de la mano de acuerdo con los valores de este mundo.  La actitud triunfalista de muchas iglesias y líderes nos «enceguecen» y no nos permiten ver, tal como le pasó a Noemí, que Dios levanta «amigas» como respuesta a nuestros graves problemas de vida.


Edesio Sánchez es mexicano, pastor de la Iglesia Presbiteriana y Doctor en Teología (PhD) con especialidad en el campo de Biblia por el Union Theological Seminary. Es traductor de las Sociedades Bíblica Unidas y ha participado en la traducción de las más conocidas versiones de la Biblia. Actualmente es profesor en la Universidad Bíblica Latinoamerica en San José de Costa Rica, y Secretario Regional para Centro América y el Caribe de la FTL.

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Entrevista para Bíblica Virtual al Dr. Jorge A. León




El Dr. Jorge A. León concedió a Bíblica Virtual una entrevista para hablar sobre la sexualidad y la tarea pastoral. El Dr. León es considerado el "padre" de la Psicología Pastoral en Latinoamérica. Tiene más de 60 años de experiencia en consejería y es un escritor muy reconocido. Entre sus libros están "Psicología pastoral para todos los cristianos" (14ava ed.), "Hacia una Psicología Pastoral para el año 2000", "Psicología Pastoral para la Familia" y "Psicología Pastoral de la Depresión".

Este video es el resumen de un video más extenso de 22 minutos que forma parte del material del Curso: "Sexualidad en la pareja. Análisis de textos bíblicos".



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Curso OnLine: "Sexualidad en la pareja. Análisis de textos bíblicos".

Inicio: Viernes 14 de Septiembre
 
 
  



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Resurrecciones en Samaria (sobre Juan 4)

Por Juan José Barreda Toscano

Se pensó que la jornada sería corta, pero no lo es. Los caminos se hacen más largos cuando éstos vienen cargados de tensiones internas. Esta vez no son los "otros", sino los mismos amigos quienes guardan un silencio total. Nada. Ni una palabra se pronuncia. Sin embargo, en los ojos de todos ellos se pueden oír los gritos de disconformidad. Aun las aves parecen oírlos pues todas ellas levantan vuelo ni bien perciben los alaridos de sus miradas. Joshua sabe lo que pasa por los corazones de sus amigos, pero solo camina. Distendido transita su camino y disfruta del silencio. Otro silencio es el suyo..., uno distinto al de los doce.


Llegada la noche deciden establecerse en un lugar algo descampado. Se sientan alrededor de un fogón que el mismo Joshua ha preparado. Quienes no soportan el silencio sacan los temas de conversación más insólitos. Furzios y tartamudeos acompañan sus exposiciones y delatan la incomodidad que todos sufren, menos Joshua. Johanán no habla. Está inquieto porque quiere preguntarle a Joshua el por qué de todo esto, pero tiene temor y el temor le duele. Este dolor lo desilusiona porque él mismo es mejor al lado del maestro. Con Joshua quiere creer, pero este silencio le revive experiencias que pensó haber dejado atrás. Digo: "no decir", obedecer irreflexivamente como una forma de "fidelidad", aceptar la censura camuflada en "la verdad". Es una noche rara en tierra extraña... Más cansado de lo normal, Johanán se disponer a dormir recostado sobre trapos y pieles que lo libren de tener mayor contacto con aquel suelo.

Era necesario que estuvieran en Samaria. Joshua, como es su costumbre, se aparta del grupo para descansar. No hay estrellas ni luna que iluminen su entorno. Todo existe de forma más poderosa. A pesar de las calumnias que las religiones han levando contra ellas, Joshua disfruta a pleno la bendición de las tinieblas. Su primera sensación es la del temor. Luego, descansa en la vulnerabilidad. No sabe qué hay a su alrededor y por ello tampoco qué hacer. Entonces, decide entregarse y se acuesta en el suelo. Sin mantas ni mantos, siente el pasto terso que le es amigable. Mueve un poco sus brazos y luego los recoge sobre su cabeza haciéndolos de almohada. Mira la oscuridad y disfruta de la impotencia. Ruidos diversos vienen de desconocidos lugares y todos ellos parecen estar dirigidos a él. En ese silencio y esa accesibilidad se comprende tan solo como un ser humano, piensa en la grandeza de su Padre y la belleza de la creación, que por bella es también buena.


 
-Maestro --Sin abrir los ojos sabe quién es--. Puesto de pie, Joshua sugiere el camino y pero les pide a los doce que se adelanten a la ciudad a comprar algo de comer.
 
-Maestro, ¡tenemos para comer! --Le dice Jacob--
 
-Pero no es suficiente --Contesta Joshua mientras inicia su camino-- Encuéntrenme en Sicar al regreso.
 
Un silencio volvió a envolver a los doce. ¿Qué propuesta era esta? Ya no serían tan solo viajeros transitando una tierra impura, ahora, peor todavía, tendrían que recibir la hospitalidad ¡¡de los samaritanos!! Entrar en contacto con ellos, hacer acuerdos, comer alimentos provenientes de sus manos... su pan, su vino... ¿Cómo esperaba Joshua que los samaritanos recibieran a estos judíos? Quizás hasta tendrían que dar alguna explicación sobre su presencia en esas tierras... Al marcharse Joshua, atropellaron el espacio los comentarios:
 
-¿Qué es esto? --Explosivamente exclamó el ex cananista Shimón--
 
Todos los demás también explotaron al unísono en sus comentarios... Cefas arrojó al suelo su bolso en señal de desacuerdo con la solicitud de su maestro. Johanan se apartó del grupo por unos metros y se sentó a la sombra de un árbol aislado del resto. Por los labios de Judas pasaban mil conjuras de arrepentimiento por seguir a Joshua hasta ese lugar. De alguna manera, todos expresaban sus dudas y sus temores. ¿Sería que aquello que se decía de Joshua era verdad? ¿Sería un farsante? La lógica de Jesús no tenía lógica.
 
Los amigos tardaban. Sentado junto al pozo de Jacob, padre de los Samaritanos, Joshua ve que el sol empieza a ocultarse. Ha pasado la tarde y no ha podido beber nada. No tiene en qué contener algo de agua para beber. Sería inapropiado de su parte beber del recipiente que todos los demás usan para llenar sus recipientes. Contaminaría el agua para los demás. Entre la gente, ve acercarse a una mujer con cierta prisa. Shulamit lleva sobre su cabeza un jarrón vacío, seguramente para llenarlo de agua y llevarlo a su casa. Quizás sin pensarlo demasiado, quizás con toda la conciencia del mundo, cómo podemos saberlo, Joshua le pide:
 
-Mujer: ¿me da un poco de agua?
 
Cuando está a punto de dárselo, Shulamit advierte que aquel hombre no es samaritano, es judío. Entonces se detiene y suelta el comentario:
 
-¡Cómo se le ocurre pedirme esto? ¡No es más que un judío!
 
Joshua recordó el desprecio que los samaritanos sienten hacia los judíos...
 
Mientras tanto los doce han resuelto no ir a la ciudad. Sin acordar qué le dirán a Joshua, han emprendido camino a Sicar para encontrarse con él. Lo más valiente hubiera sido seguir paso a Galilea, pero no ha llegado a tanto su coraje. Hay muchas cosas en juego para no tomar esa decisión tan coherente. La opinión de sus familiares, por ejemplo. Todos, a excepción de uno, son casados y no son bien vistos por haber dejado en casa a sus esposas e hijos. Inclusive, podría ser que ellas prefirieran cargar con la vergüenza de ser mujeres abandonadas, antes que tener al lado a un esposo que ha perdido su honor por haberse involucrado con un falso Mesías. Aquello que mueve los pies de los amigos de Joshua no es precisamente la confianza, es la angustiosa necesidad de tener soluciones a todas sus intrigas.
 
-Si Usted supiera del amor de Dios y quién soy yo, Usted me solicitaría agua a mí; y la verdad, yo se la daría sin ninguna excusa un agua para que tenga una vida plena --le dijo Joshua--
 
Shulamit le contestó con un tono de voz más alto:
 
-¿Qué se cree Usted...? 
 
De repente advierte que está sosteniendo una conversación en público con un hombre desconocido. Pero su celo por Dios es mayor y desestima las miradas incriminatorias para defender su fe.
 
-Jacob es nuestro padre. De este pozo se alimentaron sus descendiente, los doce. O será que... ¿Se cree más importante que él? No tiene siquiera con qué sacar el agua... ¿Qué agua puede darme?
 
Las cartas estaban sobre la mesa. Shulamit muestra abiertamente su arraigo a su fe samaritana y su antipatía a la arrogancia de los judíos.
 
-Te das cuenta que no le va a gustar esto, ¿no?
 
-No me importa. No puedo contaminarme de esta manera... No estoy para este tipo de cosas. Espero que tenga una explicación o me vuelvo a la pesca --ya casi llegando a Sicar, conversaban Johanan y Cefas--
 
Joshua también observa que la situación se ha complicado. La mujer parece ofendida y si las cosas se ponen más tensas podría él mismo terminar siendo expulsado, o peor aún, agredido físicamente por la población. Pero las miradas de desagrado no son solamente hacia él, también hacia ella. Él admira su pasión, pero piensa que buena parte de su intrepidez responde a un corazón experimentado en el dolor. Aunque todo dolor no termina en sabiduría, el de ella parece haber superado la resignación por la fe valiente en el Dios de su padre Jacob.
 
-Ya le digo, cualquiera que beba de este pozo volverá a tener sed, pero si bebe del agua que yo le ofrezco será como tener una fuente de agua en su ser para gozar de una vida plena --le dice Joshua--
 
La mujer calla y lo mira. Esta segunda mención a la vida plena la ha silenciado. Ahora advierte que es una propuesta y Joshua la mira con ternura. Ella puede reconocer esa mirada de algún lugar. No recibe cariño desde hace mucho tiempo, pero sabe que existe. Sabe que hay amor en el mundo. Ese afecto que alguna vez recibió lo ha guardo en lo profundo de su ser a pesar de tantos años de sufrimiento. Por esa esperanza es que ahora reconoce esa mirada.
 
-Dame de esa agua para que puede seguir creyendo --Shulamit le dice a Joshua en tono bajo y titubeante--
 
-Trae a tu esposo para poder dártela
 
Ahora la desazón se apodera de Shulamit. No había acuerdos con mujeres. Ni siquiera en materia de fe. No debió haberse ilusionado, pensó. 
 
-¡No tengo esposo! --Le contestó enérgicamente mirándolo a los ojos--
 
-Es verdad, --le dice pausadamente Joshua-- pues tuviste cinco esposos, pero el hombre con el que vives no es tu esposo, ¿verdad?
 
Shulamit no entiende lo que sucede. Cómo es que conoce su historia. Es posible que su cuerpo cansado, que su mirada espaciada, le haya dicho a este hombre que ella es una mujer sufrida. ¿Pero conocer de su viudez y los abandonos?... ¿Cómo podría saber esto? ¿Quién se lo contaría? Nuevamente la postura de Jesús parece decirle algo más. Él no se acerca como quien la desprecia, sino como quien se preocupa por ella. No la culpa de los desprecios que sufrió en sus divorcios. Conoce su actual condición de sierva de un hombre que la explota como una esclava.
 
-Me parece que eres un profeta. Yo..., digo, nosotros... tenemos una tradición religiosa distinta a la judía. Para nosotros Dios se revelaba desde Gerizim, pero Ustedes dicen que lo hace en Jerusalén --comenta Shulamit --
 
-Mujer, no te lo voy a negar. Ustedes adoran lo que no saben, pero nosotros sí lo sabemos. La salvación surgirá del pueblo judío. Pero no es por los judíos, ni para los judíos por el mero hecho de serlo. Ha llegado el tiempo en que ni en Gerizim ni en Jerusalén, ni por ser judío o samaritano, ni por hombre, ni libre...
 
(la emoción enciende el rostro de Shulamit)
 
Camino a Sicar, Judá, no el tesorero, el otro, detiene su marcha y les pide a los demás que se detengan. No se anima a llegar a Joshua sin la comida. No se trata obviamente de dejar al maestro sin comida, sino de ir demasiado lejos con aquello de no mezclarse con los samaritanos y rebelarse al maestro. Claro que Joshua sabe que esto les molesta, pero ¿por qué pensar que la solicitud de Joshua es provocativa? Es decir, ¿por qué creer que les ha pedido esto para humillarlos o hacerles notar su autoridad? Nunca ha procedido así. Invitándolos a mirar hacia el oeste, a menos de 100 codos, se puede ver una pequeña aldea en la que podrían conseguir algo de comer.
 
-Siguen siendo samaritanos --aclara Leví--
 
-Claro, porque tú no tienes una historia, ¿verdad? --le replica Judá--
 
Ahora Leví lo mira fijamente dispuesto a iniciar una discusión. Cefas lo nota e interrumpe con una sugerencia.
 
-Elijamos a uno para que vaya y compre algo de comer
 
-Que vaya Judá  --dice Leví--
 
Resuelto a no encontrarse con Joshua sin algo que darle de comer, Judá prefiere contaminarse y se dirige hacia el pueblo con el dinero que el Iscariote le acaba de entregar.
 
-Dios es Espíritu, y los que le adoran, únicamente podrán adorarle desde un testimonio de vida consecuente con su Padre. No habrá lugar entre ellos para la discriminación ni el desprecio. No habrá herencias raciales ni de género, ni historias personales que los excluyan... Todo ser humano tendrá libertad para acercarse a Dios.
 
Ahora sonriendo, Shulamit quiere abrazar a Joshua pero no llega a tanto.
 
-Sabía que vendría un Mesías y nos compartiría todas estas cosas...
 
-Tú ya sabías mucho de esto, yo solo te estoy anunciando su realización...
 
Shulamit dejó el jarrón en el suelo y salió corriendo a la ciudad anunciando que había hallado al Mesías. En ese transcurrir se cruza con los doce que venían con algo de comida y les comenta lo que le había sucedido. Estos hombres se quedan sin palabras y observan que otros samaritanos se acercan y le prestan toda la atención. No es su vehemencia, sino su claridad para expresar su fe lo que convoca a tantos... Inclusive los doce le prestaban total atención. Al oír todo esto, muchos samaritanos de aquella ciudad se dirigieron a Sicar para encontrarse con Joshua. También fueron los doce. Cuando estaban por llegar se adelantaron a la multitud y le ofrecieron la comida que habían comprado. En especial Judá que esperaba quizás alguna mención especial por haber hecho el esfuerzo de comprar la comida él solo.
 
-No gracias. No tengo hambre --le respondió Joshua ante el ofrecimiento de la comida--
 
Pensaron que quizás ya había comido algo... no entendían bien lo que sucedía. ¡Tanto lío por comprar la comida para nada! ¿Por qué entonces les pidió que comprasen la comida si finalmente no iba a comerla?
 
Inmediatamente después llegan Shulamit y varios samaritanos que quieren oírle. Joshua acepta sus saludos y se sienta con ellos a compartirles el mensaje del reinado de Dios. Shulamit no cesaba de hacer intervenciones y de compartir sus apreciaciones que enriquecían las enseñanzas de Joshua. Los amigos, por su parte, tomaron asiento pero no se animaron del todo a recibir la hospitalidad de los samaritanos. Al menos no todos ellos. Entonces uno se acercó a Joshua y le compartió un pedazo de pan. El maestro le agradeció, bendijo el alimento y lo comenzó a comer sintiendo su cuerpo tener nueva vitalidad. Judá apretó la alforja con la comida, y mientras algunos de los doce seguían atónitos sin entender bien lo que sucedía, este amigo de Joshua abandonaba su muerte al comprender el por qué de la solicitud de Joshua.
 
Dos días enteros compartieron con los samaritanos. No fueron los buenos argumentos de Joshua, sino el encuentro de los cuerpos, de sus historias y sus esperanzas, por lo que los doce conocieron al Dios que es Espíritu. No fue en Jerusalén, ni con los rabinos de sus sinagogas, sino en medio de samaritanos que descubrieron la adoración a Dios desde una vida de inclusión. Cuando recibieron la hospitalidad samaritana se confrontaron a sus propias muertes. Supieron de su soberbia que los excluía de la vida y de su necesidad de amarse de otras maneras. El silencio de Joshua fue llenado en aquellos dos días. El silencio habló por medio de sonrisas, de mantas recibidas para protegerse del frío, de testimonios samaritanos de resurrecciones cotidianas. Es verdad, todos los doce no hicieron el mismo proceso, ni éste fue pleno en aquella precisa ocasión. Pero varios de ellos, como lo había hecho Shulamit y otros samaritanos, se sirvieron del agua que al beberla los llevó a comprender al Dios que es Espíritu y que resucita de las muertes.


Juan José Barreda es peruano, pastor de la Iglesia Evangélica Bautista de Constitución en Buenos Aires (iglesia miembro de la Red del Camino). Tras hacer una Maestría en el Seminario Internacional Teológico Bautista de Buenos Aires, hizo su doctorado en el campo de Biblia en el Instituto Universitario ISEDET. Actualmente es Secretario de Publicaciones de la Fraternidad Teológica Latinoamericana y Coordinador de Bíblica Virtual.





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Marcos 1, entre los versículos 34 y 35

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Dr. Juan José Barreda Toscano
Director de Bíblica Virtual (BV)


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Cursillo: "Reflexiones en torno al aborto"


"Reflexiones en torno al aborto" es nuestro próximo cursillo de 6 semanas. El mismo será ofrecido de forma gratuita, tandrá cupo limitado y requerirá un compromiso de participación activa y abierta por parte del estudiante. Los interesados e interesadas escribir a biblicavirtual@gmail.com con el asunto "inscripción a reflexiones sobre el aborto". Al ser el cupo limitado no podremos aceptar a todos los solicitantes. Les estaremos respondiendo afirmativamente unos días antes del comienzo del cursillo.

Diplomado en Consejería a personas divorciadas

Bíblica Virtual, a través del Instituto de Consejería Especializada de Lima, ha recibido el auspicio de la "Universidad Inca Garcilaso de la Vega" del Perú para ofrecer un Diplomado en Consejería a personas divorciadas.
Este acuerdo institucional permite a Bíblica Virtual ofrecer este Diplomado con reconocimiento universitario que tiene 1 año de duracion. Este Diplomado permitirá la capacitación de miembros de iglesias cristianas que sirvan en la consejería y el acompañamiento a quienes atraviesan por el divorcio. En muchas maneras quienes estamos en los ministerios relacionados a la consejería sentimos que no tenemos toda la capacitación para acompañar bíblica y pastoralmente a nuestros hermanos y hermanas en la fe que atraviesan por esta circunstancia. Quizás por las enseñanzas bíblicas que hemos recibido al respecto o por tratarse de situaciones realmente complejas.
El Diplomado incorpora cursos de consejería, un detenido análisis de los textos bíblicos que aluden al tema, historia de la familia, perspectivas de acompañamiento eclesial, el análisis de tabúes respecto al divorcio, entre otros.
Para quienes deseen tener más información sobre el programa de estudios, la duración de los cursos y los costos escriban a biblicavirtual@gmail.com con el Asunto: Diplomado.
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Los oprimidos poseerán la tierra

(Recontextualización de un tema bíblico)

José Severino Croatto

¿Es relevante el tema de la tierra hoy? ¿Por qué la bienaventuranza de Mt 5,4 (“bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra”) no tiene ninguna resonancia económica en nuestros oídos? A decir verdad, no es perceptible la relación entre las dos partes de la proposición, ni se aclara cómo se realizará la promesa. En el nivel epistemológico del lenguaje religioso, en efecto, no corresponde tal aclaración; menos aún, cuando el horizonte cosmovisional es apocalíptico.

Sentimos que, desde nuestra situación latinoamericana la proclama de Jesús trasmitida por Mt puede ser recuperada en su plenitud de sentido. Creo que para ello hemos de ir más allá, para entenderla exegéticamente, y venir más acá, para comprenderla hermenéuticamente.

1. La tierra en las tradiciones israelitas

a. Tierra y política: el éxodo. El acontecimiento del éxodo es expresado como un ‘sacar’ (de Egipto, de la esclavitud) o como un ‘hacer subir’ (a la tierra de la promesa). Yavé no libera a los hebreos para abandonarlos en el desierto; los saca del poder opresor para conducirlos a un suelo donde puedan realizar la libertad adquirida. Las dos puntas del acontecimiento son pre-sentadas en un contexto político de juego de poderes y de proyecto histórico como pueblo. Tan epicéntrico es el tema de la tierra, que cristaliza como núcleo querigmático de los ‘credos” (Deut 6,23; 26,9; Jos. 24,8.13; Neh 9,15.23s, con una repercusión hasta en el panorama salvífico de Hechos 13,19), de la promesa (Gen 12,1ss y sus prolongaciones), de los relatos de vocación de Moisés (Ex 3,8.11; 6,4.8) y de la tematización deuteronómica de la fidelidad a Yavé. No hace falta insistir más sobre esto.

b. Tierra y economía: la antropología. La tradición ‘yavista’ del Génesis comienza hablando de la tierra, vacía y desértica porque falta el hombre para planificarla y hacerla fecunda me-diante la irrigación. A la luz de los textos mesopotamios hay en esta antropovisión una clara referencia a los económico. Por el trabajo de la tierra mediante la explotación del agua por canales y otros medios, los reyes procuran al país bienestar y progreso en nombre del dios tutelar de cada ciudad. La tierra es un bien esencial. De la estructura literaria del Pentateuco se colige algo más: Génesis 2 debe leerse después, y a la luz del capítulo 1 que había presentado al hombre a la imagen del Dios creador y por tanto, creador él mismo. Para ser creador, necesita ser libre. Eso vale para todo hombre, no sólo para el rey. Como si la tradición bíblica quisiera criticar por elevación la actitud de los reyes de disponer de la tierra para sus intereses o para privilegiar a sus adictos y servidores. Como en todos los tiempos: dominación económica en base a la explotación del hombre y de la tierra. El texto del Génesis señala a su vez que el pecado ‘manifiesta’ la resistencia de la tierra al trabajo del hombre y que el castigo (el exilio del hombre fuera de su suelo originario) ya introduce el motivo de la tierra en el centro de la existencia humana. Es un texto—puente entre el Éxodo y los profetas (desde el punto de vista hermenéutico, el Génesis debe leerse después del Éxodo).

c. Tierra y justicia: los profetas. Estos no son depositarios o garantes de tradiciones, sino sus críticos, los que las reinterpretan. La perspectiva dominante en la predicación profética es la del exilio. Ahora bien, el exilio es el contra—éxodo (los hebreos quedan sin la tierra, y vuelven a ser esclavos del extraño) y, en una primera impresión, se suspenden todas las promesas. El, exilio, como despojo de la tierra, no es sólo la pena por la infidelidad en general, sino también el castigo por el abuso de la tierra, sobre todo desde el advenimiento de la monarquía, o sea, de un poder centralizado y fuente de privilegios. Allí están los casos de Nabot (1 Re 21) y tantas referencias proféticas a la expropiación (Miq 2,1-5), a la acumulación de tierras (Is 5,8-10; “¡Ay, los que juntáis casa con casa, y campo a campo anexionáis, hasta ocupar todo el sitio y quedaros solos en medio del país! “, v. 8). Es una de las tantas caras de la injusticia social.

En las confesiones nacionales de los pecados también se reflexiona sobre el exilio o la dominación extranjera en el propio país (ver Neh 9,35-37; “Míranos hoy a nosotros esclavos, y en el país que habías dado a nuestros padres para gozar de sus frutos y bienes..., sus frutos son para los reyes...”, v. 37). De hecho, el designio de Dios sobrepasa el castigo: las promesas se retoman, tras la conversión, sólo que en una nueva perspectiva. Yavé quiere, según los profetas, restaurar a Israel como pueblo en su tierra (Ez 34,11ss; 37,21; 45,1ss; Is 60,21, etc).

2. La tierra en el Nuevo Testamento

¿No nos hemos asombrado, después de recorrer el AT, de que en el NT el tema de la tierra esté como. ‘sumergido’? ¿Por qué hay apenas una mención, en Mt 5,4, entre las bienaventuranzas sin ser la principal?

Pero tal vez las cosas no son así. Tratemos de descubrir lo latente.

a) La única mención de la tierra se hace en las bienaventuranzas, que en Mt constituyen el comienzo (lo principal) del discurso inaugural, programático por tanto, de Jesús, quien habla como un nuevo Moisés, superior al primero. Por tanto, es más bien significativa esa referencia a la tierra, por el lugar estructural en que está. Pero queda el problema del sentido de .la frase atribuida a Jesús por Mt.

b) Muchos exégetas piensan que esta segunda bienaventuranza es, en realidad, un desdoblamiento de la primera (Mt 5,3: “Bienaventurados los pobres...”). En efecto, la cita del Salmo 37,11 en Mt 5,4 hace referencia a los ’anawim (ptojoi en los LXX), a los pobres, a quienes alude la primera bienaventuranza (Mt 5,3).Tendríamos de tal manera el esquema siguiente:

mansos = ‘anawim

tierra = reino de los cielos

Una lectura cruzada hace que el sentido de los términos se pase de una bienaventuranza a la otra: los ‘anawim poseerán la tierra, los mansos tendrán el reino de los cielos. Por eso el título de este ensayo. A los pobres y oprimidos no se los alimenta con esperanzas espiritualistas y ultraterrenas, como acostumbró hacerlo una predicación mal fundada en Mt 5,3.

c) En efecto, en el contexto político-religioso de Jesús los judíos guardaban la esperanza, alimentada espiritualmente, de ser un pueblo libre. ‘Poseer la tierra’ debía sonar a algo concreto y debía ‘suscitar’ toda aquella experiencia de Israel relatada en el AT. Recuérdese el texto citado de Neh 9,36-37, que se aplicaba exactamente a la dominación romana de la época de Jesús. Dicha esperanza es puesta de relieve por la literatura apocalíptica de entonces. Cristo retoma esa expectativa y la concentra en los “anawim, símbolo de los marginados, y oprimidos.

d) Pero ¿qué sucede con el resto del NT? Parece hablar en niveles más universalistas y menos referidos al orden socio-histórico: fe en Cristo, redención del pecado, liberación de la ley, resurrección, reunión con Cristo en la parusía, etc. No concreta el tema de la tierra en la elaboración teológica. Es verdad que había que sobrepasar el horizonte nacionalista judío para incorporar a los paganos en la promesa. Con todo, estos también eran pueblos oprimidos, en su mayoría, agobiados por los tributos que debían pagar a los romanos; y éstos mismos, en gran parte esclavos de unos pocos amos. ¿En qué quedaba entonces el reino y la tierra prometidos a los oprimidos? ¿No se desdibujó el programa de Jesús, por una excesiva espiritualización? Véase la alegorización del tema de la tierra por el autor de Hebreos 11,8-10.
Tiene lugar algo así como una ‘reducción de sentido’ de una larga tradición querigmática que procedía de la experiencia liberadora del éxodo. ¿Qué hacer?

3. Una lectura hermenéutica

En la tradición cristiana, continuando una tendencia que acabamos de ver en el mismo NT, el ‘poseer la tierra’ de Mt 5,4 no tiene relieve, destacándose sólo el primer hemistiquio: “bienaventurados los mansos”. Y este vocablo se toma tal como suena a nuestros oídos. Pero sucede que el problema de la tierra es acuciante para nosotros. Habría que tomar nueva conciencia de lo que significa el despojo de la tierra, desde la conquista hasta hoy, el exilio forzado de los autóctonos, o la dominación padecida en la propia tierra, la degeneración de ésta por la técnica desmedida e incontrolada, el abandono de su país por tanta gente enfrentada con el terror y la violación de los derechos humanos. ¿Nada tendrá el NT para decir?

El mensaje de Jesús a los oprimidos (Mt 5,3-4) reflota el querigma del AT (Dios no acepta ninguna dominación y ofrece la liberación; la tierra es un bien para el hombre, quien debe trabajarla para que produzca sanamente; Dios enjuicia por sus profetas el abuso del poder en el despojo de la tierra de otros). Esto, que parecía ‘sumergido’, no es desechado, sino que es lo fundante de la lectura del NT y de nuestra relectura. La tierra debe entrar en una perspectiva de liberación que, por supuesto, ha de integrar la dimensión social y política.

El NT no es la Palabra que suprime el querigma del AT, ni la que lo interpreta como última lectura (es un error teológico, si bien. practicado frecuentemente), sino que es la Palabra que nos da la óptica para leer el AT, en nuestro caso, todo lo que dice sobre la tierra. Pero esta lectura se hace desde nosotros, desde una situación que pone súbitamente en relieve las posibilidades hermenéuticas de Mt 5,3-4.

Por tanto: el querigma (central en el AT) de la tierra como don u objeto del trabajo del hombre, es reforzado por el anuncio de Jesús, quien promete la tierra, expresión del reino, a los ‘anawim a los humildes (y no ‘mansos’).

¿Por qué no se toma en serio esta palabra de Jesús, y se la espiritualiza tanto? ¿Es por una excesiva apocaliptización del cristianismo? Se diluye un mensaje de contenido histórico que tanto necesitamos en nuestra situación latinoamericana.

José Severino Croatto obtuvo una Licenciatura en Teología en la Facultad Pontificia Católica en 1954. Más tarde obtuvo una Licenciatura en Ciencias Bíblicas con especialización en lenguas semíticas y arqueología del Antiguo Próximo Oriente (1957). Fue profesor de Antiguo Testamento, Hebreo y Fenomenología de la Religión en el Instituto Universitario ISEDET. Es autor de muchos libros en su especialidad y un referente de la exégesis y hermenéutica bíblica latinoamericana. Falleció en el año 2004.


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Mujeres sin hombres:

Cuando el que debería estar no estaba,
y el que no debería estar. . .
hasta obstáculo era

Por Edesio Sánchez Cetina

Doblegada por los problemas (1 Reyes 4:1-7)

2 Reyes 4:1-7 forma parte del ciclo del profeta Eliseo y es uno de los pasajes que presenta la secuencia problema / solución. El personaje central es una viuda que se encuentra en la disyuntiva de morir junto con sus hijos por haber quedado desamparada a la muerte del esposo, uno del grupo de profetas, o de dejar que se lleven a los hijos como esclavos, debido a las deudas que dejó el difunto.

Eliseo el profeta aparece en escena porque la viuda clamó ("grito de auxilio" según el primer sentido de la palabra hebrea) pidiéndole ayuda al profeta. Llama la atención que los dos primeros versículos de esta unidad están marcados con la palabra siervo/a; así se manifiesta la actitud de sumisión total que toma la mujer y su familia, incluyendo al muerto.

El cuadro que pintan los dos primeros versículos es el de total necesidad: el esposo ha muerto, el acreedor está a la puerta, los hijos peligran de convertirse en esclavos, en la casa no hay ninguna cosa (v. 2, RVR). No hay otra manera de describir la situación de esta mujer que de total vulnerabilidad y emergencia. Esta situación la lleva a una actitud ante el profeta de total sumisión y obediencia. Su vida depende de él, no tiene otra alternativa.

Después de los dos primeros versículos que pintan el cuadro del problema, los siguientes dos versículos (3-4) presentan la solución al problema: "Ve y pide para ti vasijas prestadas de todos tus vecinos, vasijas vacías, no pocas...". La solución que Eliseo plantea toma en cuenta las "posibilidades" de la viuda por más exiguas que fueran. En el versículo 2 ella le había informado al profeta que lo único que le quedaba en casa era una vasija de aceite. El milagro consiste en convertir esa humilde porción en plenitud no solo para la sobrevivencia sino para la vida total. Porque con el aceite que se juntará en las muchas vasijas, la viuda pagará las deudas, evitará que sus hijos sean tomados como esclavos y podrá vivir con el producto de las ventas.

Para que la solución sea realidad la viuda solo tenía que hacer una cosa: confiar en la palabra del profeta y cumplir con la orden. Y eso fue exactamente lo que hizo (vv. 5-6). El aceite cesó en el momento cuando ya no hubo más vasijas que llenar. La sección intermedia (vv. 2-6) se mueve de la escacés a la plenitud: empieza con un poco de aceite y termina con una enorme cantidad de aceite. Los versículos que están al principio y al final de unidad, y que sirven como su marco, se mueven del clamor debido a la necesidad (v. 1: "la mujer... clamó a Eliseo...") a la información del logro alcanzado (v. 7: "Vino ella y le contó al varón de Dios"), de la muerte a la vida.

En este pasaje impera más el milagro que la palabra divina en boca del profeta. Eliseo no siente la necesidad de apelar explícitamente a Dios; sabe que cuenta con el poder espiritual de Dios, pasado a través de su maestro Elías, y no demanda nada nuevo, sino que actúa con lo que tiene.


Los problemas no la doblegan (1 Reyes 4:8-37)

2 Reyes 4:8-37 también pertenece al ciclo del profeta Eliseo y pertenece a los pasajes que presentan la secuencia problema / solución. El personaje central es una mujer rica y poderosa (guedolah = "grande", o como dice RVR: "importante") que, al parecer, lo tiene todo. Los verbos y las palabras que aparecen en el pasaje para calificarla señalan que es una mujer de armas tomar. No solo tiene dinero e influencia en el pueblo (vv. 8 y 13), sino que sabe hablar bien (v. 16) y cómo hacerlo ante un profeta (v. 28); sabe, además, cuando callar (vv. 23 y 26) y cuando actuar de manera apropiada (vv. 15, 27, 37); muestra un profundo amor maternal y actúa de manera correcta en los momentos de crisis (v. 20); sabe lo que quiere y lo lleva a cabo; en la crisis no pierde la cabeza y sabe bien cuándo dirigirse al subordinado (Giezi) y cuándo al jefe (el profeta [v. 21]).

La mujer de Sunem (por eso se le conoce como la sunamita) sí tiene marido; pero por la descripción que el pasaje da de él, al parecer es un "don nadie". Es en realidad el presente ausente, la "piedra en el camino": está viejo (v. 14); ante la enfermedad del hijo le "arroja" la responsabilidad a la esposa, pues ni siquiera es capaz de transportar al niño enfermo (vv. 19-20); como que el viejo vive en otro mundo, pues se olvida de la emergencia hogareña y lanza una pregunta fuera de lugar (v. 23).

Giezi aperece en la escena como ayudante de Eliseo; además de esa función, el relato lo muestra como carácter cuya función es acentuar la "distancia" física entre la sunamita y el profeta antes del clímax de la historia. Además, el papel de Giezi como servidor resalta la figura del profeta (véase vv. 29 y 31).

Eliseo, por su parte, es con la sunamita carácter clave del relato. Aparece en tres funciones concretas: receptor de servicio y apoyo (vv. 8-11); ofrece, como agradecimiento del servicio, ayuda a la mujer en su necesidad (vv. 12-17); lleva a la historia a su feliz desenlace (vv. 33-37). Los versículos 8-11 presentan a Eliseo como profeta itinerante: "pasaba por allí. . . venía".

En el desarrollo de la historia, es notorio ver el movimiento que se da en la relación de la sunamita con el profeta: de una relación impersonal (vv. 8-11), a una comunicación a través del ayudante (vv. 12-14), a pararse en el umbral de la puerta y hablar con el profeta (vv. 15-16), a asirse de los pies del profeta (v. 27), a entrar al aposento del profeta e inclinarse ante él (v. 37).

La primera parte del relato queda marcado por la apareción de la palabra día tres veces: el primer día (v. 8) señala el encuentro de la sunamita con el profeta; el segundo día (v. 11) abre la sección que corre hasta el versículo 17, y tiene que ver con la promesa del profeta y el nacimiento del niño; el tercer día (v. 18) muestra el cambio drástico entre lo preliminar y parte central del relato.

A diferencia de la viuda de 2 Reyes 4:1-7, la sunamita en lugar de clamar y pedir, ofrece; aún más, su necesidad (la falta de un hijo) no la revela ella sino Giezi. Ella no pide un hijo, se lo ofrecen. Nunca aparece en situación de vulnerabilidad; ella siempre está en control y pesa las diferentes posibilidades; no está sujeta a la emergencia y la escasez. Ante la muerte de su hijo, actuó midiendo cada situación y siempre un paso adelante de lo que sucedería después. Ella bien sabía que quien había prometido el niño, también sería quien se lo traería de nuevo a la vida. Por ello, cuando el esposo y Giezi se interpusieron en su camino, ella les respondió de manera escueta e hizo a un lado a quien interfería en su "propósito" (vv. 23, 26, 29-30), y con el rostro siempre dirigido a su "meta": encontrar al profeta lo más pronto posible.

El viaje de Sunem hasta el monte Carmelo, donde estaba Eliseo, es de unos 40 kilómetros. Es decir, la sunamita viajó 80 kilómetros en un día para llevar al profeta hasta su casa, y así poder salvar a su hijo. La resucitación del muchacho es muy similar a la que Elías había hecho con otro joven (1 R 17:21-23): Eliseo se tendió sobre el muchacho cubriendo cada parte del cuerpo con la parte correspondiente de su propio cuerpo. El punto final del milagro se marca con la expresión "el niño estornudó siete vecese, y abrió los ojos" (4:35); es decir la restauración del hijo de la sunamita a la vida fue completa y perfecta. En la intervención corporal del profeta y su contacto total con el cuerpo del niño se muestra también un movimiento climáctico. Ya la madre había tenido contacto corporal con su hijo (4:20), pero no había resultado nada. Se necesitaba la intervención del profeta para darle al niño la vida que no tenía. Dos veces el profeta es instrumento divno para traer vida en la vida de la Sunamita.

En este milagro, a diferencia del anterior (4:1-7), el profeta sí le pide a Dios su intervención (v. 33); pero aún así el acto impera sobre la palabra. De esta manera se muestra a Eliseo respondiendo a cada situación de manera concreta y especial. No sigue un patrón preestablecido. Cada persona, cada situación requiere de una acción especial.

La lección que nos trae esta mujer, además de los elementos ya señalados sobre ella, es su fe que "mueve montañas". Pero una fe muy activa, pues no espera la guía externa, sino que ella misma dirige el sendero hacia la fuente de la salvación. Qué lección más grande para aprender a manejar mejor el tan difícil asunto de la voluntad de Dios y la acción divina en la vida de sus hijos. Aquí, si traemos a colación el refrán a Dios rogando y con el mazo dando, la fe se inclina más hacia la acción que hacia el ruego. Así, la sunamita nos da otra lección sobre la oración: orar no es tan solo pedir, es sobre todo actuar con fe.

La lección que nos dan las dos mujeres frente a la necesidad demuestra que no hay fórmulas rígidas ni que puedan aplicarse de la misma manera en cada situación. La una clama y depende de manera total del profeta para poder sobrevivir; "baila" al son que le toca el profeta. La otra toma decisiones y empuja al profeta para hacer lo que ella sabe que necesita; el profeta se ve obligado a "bailar" al son que la sunamita le toca.

Edesio Sánchez es mexicano, pastor de la Iglesia Presbiteriana y Doctor en Teología (PhD) con especialidad en el campo de Biblia por el Union Theological Seminary. Es traductor de las Sociedades Bíblica Unidas y ha participado en la traducción de las más conocidas versiones de la Biblia. Actualmente es profesor en la Universidad Bíblica Latinoamerica en San José de Costa Rica, y Secretario Regional para Centro América y el Caribe de la FTL.

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